sábado, 14 de abril de 2012

estrategia II características del sistema educativo actual

características del sistema actual educativo

Estrategia II. precamachinas
ALGUNAS CARACTERÍSTICAS DEL ACTUAL SISTEMA EDUCATIVO COLOMBIANO
Es el propio Presidente de la República quien, en una exposición hecha en la Universidad de Santo Tomás en Bogotá, describe varias de esas características:
"En el transcurso de la historia de Colombia, es visible la coexistencia de dos subsistemas escolares que determinan la división de las clases sociales: uno, reservado a los grupos medio y alto, de mayores ingresos y prestigio social, compuesto por colegios privados de primaria y secundaria de tipo académico, y por la Universidad; otro, para las clases de menores ingresos, limitado a las escuelas primarias públicas y a unas pocas escuelas vocacionales, con posibilidades restringidas de acceso a los establecimientos de enseñanza media y superior".
"Esta dualidad explica la desigualdad de oportunidades educativas; el divorcio entre la estructura y la orientación de los servicios escolares y las necesidades educativas reales del país; la orientación de los programas en los cuales se acentúa más un saber enciclopédico que una realista preparación para las exigencias sociales; la insuficiencia y la ineficiencia de la escuela primaria oficial y de la enseñanza técnica; la crisis de la educación media ante la demanda creciente de una población que hasta hace poco no veía la posibilidad de alcanzarla; las diferencias en la formación de los maestros y el divorcio entre los de las diversas ramas de enseñanza; y aun el concepto de que la educación, como símbolo de prestigio y medio de ascenso en la sociedad, libera de actividades reservadas a las "clases bajas". (6)
Pero el problema es aún más grave de como lo describe el doctor Belisario Betancur, por cuanto él se refiere casi que exclusivamente al sistema educativo tal y cual viene funcionando (pre-escolar, elemental, secundaria, universidad). Pues bien, dicho sistema -al cual debemos llamarle formal- no acoge sino siete millones de personas de los veintiocho millones de habitantes que Colombia posee en la actualidad; el resto de personas, o sea. Veintiún millones entre infantes, preescolares, jóvenes, adultos y ancianos, se encuentran por fuera del sistema educativo formal.
Planteemos el tema desde otro punto de vista para entenderlo en su gran magnitud, con el fin de precisar el reto educativo que todos y cada uno de los colombianos tenemos que afrontar.
De acuerdo con unos datos preliminares de la Campaña de Instrucción Nacional (CAMINA), Colombia posee una población alrededor de veintiocho millones de habitantes, de los cuales la cuarta parte están vinculados a la educación formal, con la siguiente distribución aproximada:
Educación Primaria:  .......4`500.000
Educación Secundaria: ....1`900.000
Educación Superior: ...........340.000

Quedan pues, tres cuartas partes de los habitantes fuera del sistema. De esos, aproximadamente cinco millones son analfabetos totales o funcionales; entre siete y ocho millones son adultos que recibieron menos de tres años de educación básica; cuatro millones y medio son trabajadores independientes; un millón son minusválidos y siete millones son trabajadores independientes o de empresas que necesitan perfeccionar sus conocimientos o actualizarse en sus oficios y profesiones. (7)
Además de los anteriores elementos -que tomados objetivamente y sin necesidad de ningún análisis profundo, muestran una situación educativa colombiana que causa alarma- enumeremos otros aspectos de carácter cualitativo que agravan aún más la profunda crisis -ahí sí. la crisis- educativa que experimenta nuestra sociedad.
1. Es innegable el casi total divorcio existente entre la educación y la realidad económica, social y cultural del país. Casi es un axioma afirmar que, en una sociedad como la colombiana que la caracteriza básicamente la transición -porque no la estabilidad- y la cual ha sufrido profundos cambios estructurales, la educación -especialmente la formal- ha permanecido prácticamente inmutable al cambio. O, en otras palabras, la educación colombiana viene transmitiendo valores y conocimientos con técnicas y metodologías que conducen más a la conservación del statu quo. que al reto del cambio.
2. Los colombianos -de todas las condiciones- llevamos en el alma la firme tendencia de confundir escolarización con educación. Creemos que si no estamos entre cuatro paredes, con tiza y tablero y un profesor en estrado, no aprendemos. Además, como diría un famoso educador y filósofo nuestra educación "se ha ocupado principalmente de la generalidad, la intelectualidad, la abstracción, frente a lo vivo, lo sensible y lo concreto". Escolaridad y diletantismo, caracterizan el sistema educativo colombiano, los cuales -a su vez- hasta ahora han brindado status social y económico.
3. Todavía es mucho más grave el hecho que el sistema educativo formal en nuestro país no ha logrado dar el salto de la concepción de "enseñanza" a la concepción de "aprendizaje", a pesar de la revolución pedagógica que viene experimentando el mundo desde hace muchos años. Es nada menos que el salto de "aprender a memorizar" al de "aprender a hacer". Entre nosotros todavía impera el concepto según el cual dentro del proceso educativo, el alumno debe ser el receptor de conocimientos y el maestro el transmisor, cuando la nueva pedagogía nos enseña que el maestro no es sino un animador y orientador del proceso de aprendizaje, proceso éste que mirado en el mundo moderno debe ser la columna vertebral de la nueva tecnología educativa. Los colombianos no hemos entrado en la revolución copernicana de la educación.
4. El sistema educativo formal y escolarizado. Tal y cual hemos visto en las estadísticas presentadas, no ha logrado resolver el gravísimo problema de la cada vez más creciente demanda educativa del pueblo colombiano y, en la medida que ha logrado ampliarse, se ha observado una terrible ineficiencia, motivo éste que nos ha llevado a que todos los colombianos tengamos la aproximación de que la calidad de la enseñanza ha descendido considerablemente.

5. Además de las desigualdades sociales a que conduce el sistema educativo formal o tradicional, de su divorcio con la realidad del país, existen otros agravantes que no podemos dejar de mencionar.
De un lado, nuestra educación ha creado una profunda discriminación entre la ciudad y el campo, no sólo por la calidad de la enseñanza impartida sino también porque la educación ha sido planeada con mentalidad urbana, olvidándonos del entorno socio económico del poblador rural y de sus necesidades urgentes de integrarse eficientemente al sistema productivo con socialización.
De otro lado, pareciera como que la deserción educativa se hubiera convertido en un propósito nacional, cuando es uno de los factores de mayor discriminación. No entremos a analizar aquí dicho fenómeno, pero digamos que muchos de nuestros maestros y profesores tienen como filosofía de vida crear dificultades para que el alumno continúe en el proceso educativo: su autoridad es mayor en la medida en que "raje" el mayor número de alumnos.
En tercer lugar, dejemos un pensamiento sencillo pero profundo, cual es de que el sistema educativo colombiano nos prepara para competir y no para compartir.
6. Por último, no es posible que después de haber consagrado como canon constitucional que la educación primaria es gratuita y obligatoria -desde hace muchos años- y después de que el mundo ha vivido dos revoluciones industriales, la de la máquina y la de la electrónica, pero ya a sólo dieciocho años del Siglo XXI, el sistema educativo colombiano muestre, sin que nos inmutemos, cinco millones de analfabetos totales o funcionales; siete u ocho millones de adultos que han recibido menos de tres años de educación básica; pero también siete millones de trabajadores independientes o de empresas que necesitan perfeccionar sus conocimientos o actualizarse en sus oficios o profesiones.
Esta es pues la situación educativa colombiana en 1982, descrita descarnada pero objetivamente y de la cual debemos avergonzarnos porque si bien por algunos brotes literarios reclamamos orgullosamente el título de "Atenas Suramericana". por otro lado, tenemos que pensar que una sociedad sin educación, también es una sociedad esclavista como la Atenas de entonces.
Sólo nos queda un reto si es que queremos hacer de Colombia una nación democrática en lo social, en lo económico, en lo político, en lo cultural, en lo humano, y ese reto no se llama sino la "democratización educativa", a través de la cual recordemos el grito que invocábamos al principio: "La educación ha dejado de ser un privilegio limitado a un grupo minoritario para dar paso a la educación de masas".
Por lo demás, sé que muchos de nuestros compatriotas -incluyendo a muchos de mis compañeros de lucha del Servicio Nacional de Aprendizaje- tratarán de presentar resistencias mentales, ideológicas o personales a este reto, pero quienes trabajamos en el campo de la formación profesional en función de una cultura del trabajo productivo debemos recordarles que los economistas de la educación han demostrado hasta qué punto la falta de instrucción provoca graves "estrangulamientos" en el proceso productivo, en la adopción de nueva maquinaria, en la aceptación de nuevas técnicas y en la creación de nuevas habilidades que faciliten el desarrollo económico y la promoción social. (8)
(6) Betancur. Belisario. Op. Cit.

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